
El derrame de petróleo ya ha alcanzado más de 1.550 km2 y continúa avanzando hacia la zona del este y va desde las costas de Luisiana hasta las costas de Alabama y de Misisipi. Técnicos de British Petroleum han hecho todo lo posible por detener el vertido petrolero y, para ello, han utilizado unos vehículos robóticos submarinos que fueron sumergidos en el agua del Golfo de México a más de un kilómetro y medio de profundidada. Sin lugar a dudas, el desafortunado acontecimiento ya ha sido caratulado como “desastre ambiental” y hay alarma por la “marea negra”. El objetivo fundamental de los técnicos así como el de la gente del Servicio de Guardacostas es ocuparse de controlar el pozo afectado, detener el vertido, socorrer y limpiar la zona.
La plataforma “Deepwater Horizon” es la que que ha explotado el día 22, con un saldo de 11 trabajadores desaparecidos. British Petroleum (BP) es la operadora que tiene arrendada a esta plataforma. British Petroleum es la mayor extractora petrolera del Golfo de México. Por ello, BP no dudó en movilizar de inmediato equipos capacitados para la contención y el recogimiento del crudo así como unas 32 naves con líneas de flotadores. La compañía explicó que ya están preparados para su utilización unos 380.000 litros de disolvente de crudo, aproximadamente un tercio mundial de estos compuestos.
A los pocos días se detectaron nuevas fugas de petróleo, por lo que el Gobierno de EEUU exigió a BP que las investigara y que reabriera el pozo. Durante los días siguientes se ofrecieron detalles sobre un nuevo plan para sellar el pozo inyectando lodo desde la superficie marina. La operación fue bautizada como 'Static kill' y comenzó el 2 de agosto. Este miércoles, la compañía aseguró que se había logrado el objetivo deseado. Habrá que esperar a las próximas horas para comprobar si en esta ocasión realmente logran frenar la salida de crudo.
Mientras tanto, los técnicos siguen perforando dos pozos de alivio cerca de aquel en el que se produjo el accidente para sellar la salida de petróleo desde el subsuelo. La compañía espera que con este sistema, que debería estar listo a finales del verano, termine la pesadilla en el Golfo de México, en cuyas aguas ya se ha vertido la escalofriante cantidad de 800 millones de litros de petróleo.